
Querida Monika,
desde ayer que no duermo pensando en la helada que azota nuestro pueblo.En el canal 3 salía la enorme cara roja de esa mujer delante de un cartel dónde podía leerse Sopot.El corazón se me encogió y durante el tiempo que duró la noticia creo que no bombeó.Mis preguntas incesantes al electricista de este maldito y malholiente pueblo del sur de Alemania sobre cuando arreglará el tendido telefónico le ponen de mal humor y me contesta con un simple ruido.
Ese ruido me hace pensar en la vacuidad que ruge en mi ser.Monika,el olor de tus flores recién cortadas cada mañana penetraba por mis sentidos hasta alegrar al glóbulo blanco más ínfimo.Mi corazón bombea con fuerza cada vez que recuerda la última vez que te ví.Tu hijo te perseguía por el jardín y tú te dejabas atrapar por la diminuta mano de un niño que apenas hacía dos meses que había aprendido a andar.Tu marido te miraba con aire soberbio apoyado en el alfeizar de la ventana del salón que da al jardín.El olor a puro había penetrado por todos los poros de su cuerpo y sus entrañas estaban ahumadas,por eso creo que sus ojos embotados de humo no sabían mirarte con la admiración con la que te miraba yo.
Después de un rato observándote,me viste desde el otro lado de nuestra calle,la calle Solidarność.Esa calle que nos ha visto crecer,que ha absorvido nuestra sangre cuando caíamos a tierra jugando a todo aquello que se nos ocurría...
De pronto,tu te casaste con ese hombre cuya oscuridad llegaba a entubiar hasta el púlsar más brillante.Nunca me explicaste las razones,yo tampoco las pregunté.
Ahora que me veo atrapado en este pueblo,sin teléfono y sin alma y con cuarenta centímetros de espesor esperando a la puerta de esta gélida casa,decido escribirte esta carta.Porque mi corazón,a lo largo de estos cuarenta y ocho años,jamás ha estado tan valiente como hoy.Porque hoy,grita la paz que lo invade,hoy tu recuerdo inunda todo mi organismo y corre a mansalva por mis arterias.Yo lo dejo hacer,mi mano va sola motorizada desde mi ardiente corazón.
Sólo espero que algún dia esta nevada cese y pueda volver a Sopot,dónde mi corazón rezonga contra el frio y grita valiente cada mañana por el ansia de verte.
P.D:Las gotas de lluvia jamás amedrentarán la soberbia de él.
Viele Küsse,
Dein Otto
No hay comentarios:
Publicar un comentario